sábado, 2 de noviembre de 2013

Pasa las noches en vela

Me da vértigo el punto muerto 
y la marcha atrás, 
vivir en los atascos, 
los frenos automáticos y el olor a gasoil. 

Me angustia el cruce de miradas 
la doble dirección de las palabras 
y el obsceno guiñar de los semáforos. 

Me da pena la vida, los cambios de sentido, 
las señales de stop y los pasos perdidos. 

Me agobian las medianas, 
las frases que están hechas, 
los que nunca saludan y los malos profetas. 

Me fatigan los dioses bajados del Olimpo 
a conquistar la Tierra 
y los necios de espíritu. 

Me entristecen quienes me venden clines 
en los pasos de cebra, 
los que enferman de cáncer 
y los que sólo son simples marionetas. 

Me aplasta la hermosura 
de los cuerpos perfectos, 
las sirenas que ululan en las noches de fiesta, 
los códigos de barras, 
el baile de etiquetas. 

Me arruinan las prisas y las faltas de estilo, 
el paso obligatorio, las tardes de domingo 
y hasta la línea recta. 

Me enervan los que no tienen dudas 
y aquellos que se aferran 
a sus ideales sobre los de cualquiera. 

Me cansa tanto tráfico 
y tanto sinsentido, 
parado frente al mar mientras que el mundo gira.
(Ideario, Francisco M. Ortega Palomares)

Las noches en vela son, con diferencia, las peores. Son cuando pensamos en todo aquello que no hicimos, que no dijimos, que no sentimos... Y nos invade una impotencia que nos hace sentirnos cabreados con nosotros mismos.

Debí bailar, debí lanzarme, debí hablar, debí ser más valiente... "Debís" que nos oprimen el corazón y que nos hacen sentirnos la misma mierda orgánica de siempre.